Aurelio Montes: “Es mi obsesión potenciar India al máximo”
La última edición de la reconocida revista Sommelier India le acaba de dedicar al empresario chileno su portada y un extenso artículo abordando allí su vida y trayectoria. Aquí el presidente y cofundador de la Viña Montes explica su apuesta por India. “Esto es una copia fiel de lo que fue China hace 20 años. Podemos repetir el caso chino”, dice, relatando además que está pronto a sacar al mercado un espumante de Chiloé, que no piensa en el retiro, y que ya trabaja en un nuevo proyecto en el sur de Chile. “Nosotros nos hemos ido especializando en esa viticultura extrema”, dice.
Por: Por Azucena González
Publicado: Sábado 8 de noviembre de 2025 a las 21:00 hrs.
Noticias destacadas
Son 53 vendimias las que tiene en el cuerpo Aurelio Montes, el cofundador de la viña que lleva su apellido y que por estos días se está convirtiendo en una figura muy conocida en India. La última edición de la reconocida revista Sommelier India le acaba de dedicar al empresario chileno su portada y un extenso artículo titulado “Cómo Montes reescribió la historia del vino en Chile”, abordando allí su vida y trayectoria, y destacando el haber sido el artífice de la premiumización del vino chileno.

El hecho no es casual. Desde hace ya tiempo que Montes, silenciosamente, ha estado en una cruzada por abrir ese mercado, convencido de que se transformará en el nuevo China para esta industria, que en los mercados más tradicionales de Occidente ha estado golpeada por la baja del consumo mundial.
“He estado en India tres o cuatro veces. Es mi obsesión potenciar India al máximo, porque veo un terreno súper fértil. India merece cualquier esfuerzo e inversión. El vino lo conocen, están incorporándolo a su gastronomía y es en base a vino europeo. Y lo que queremos es que conozcan el vino chileno, que debería tener un gran papel en ese mercado”, dice Montes a DF MAS.
Destaca que Chile debe aprovechar que la única Master of Wine de India, Sonal Holland -la más importante referente de ese mercado en la industria-, ha fijado su atención en el mercado chileno y tiene comprometido viaje al país. “Ella está muy entusiasmada con Chile, para ella es un descubrimiento”, dice Montes.
En el caso de Viña Montes, su presidente cuenta que, de cantidades muy menores en temporadas previas, este año ya llevaron 110 cajas a la India, por primera vez una exportación más grande, y a US$ 84 promedio, mientras la media de lo que vende Chile en todo el resto del mundo es de US$ 26.
“Esto es una copia fiel de lo que fue China hace 20 años. Todo el mundo decía ‘los chinos nunca van a tomar vino, tienen sus propios destilados’. Sin embargo, empezaron a apreciarlo y ni soñamos que en 20 años sería el destino número uno de Chile. Y en el caso nuestro, como Viña Montes, es el mercado número uno por lejos. El entusiasmo mío viene porque India tiene un futurazo, tiene 1.400 millones de habitantes, crece entre el 7% y el 10% sostenidamente anual, y saben que el vino existe, no es una bebida rara o desconocida. La suma de todo esto me hace pensar que perfectamente podemos repetir el caso chino”.
- ¿Ve posibilidades de producir en India?
- Es posible. En India se produce vino y hacen un espumoso bastante decente. Tienen dos o tres zonas vitivinícolas. No está en nuestro radar hacer una inversión en India todavía de ese calibre. Probablemente cuando ya madure ese mercado más y empiece a tener volúmenes atractivos, es ciertamente una opción estar allá y producir en sociedad con algún productor o con alguna asociación.
“Yo siempre quise no seguir el piño”
La historia de Aurelio Montes Baseden, 76 años, da casi para una novela. Hijo de un padre dedicado al rubro seguros y de una madre dueña de casa -su apellido materno es de raigambre danesa vikinga-, se educó en el Saint George’s College. Y tras ello, optó por agronomía en la PUC, sin haber tenido un pasado vinculado al rubro, salvo un campo familiar en El Monte.
Cuando tuvo que optar por la especialidad, en vez de irse al rubro frutícola, contra la corriente decidió la enología. “Me fue bien en los ramos, era entretenido, siempre fui bueno para la química en el colegio y en la universidad, y la enología tiene bastante de eso. Y lo que me atrajo mucho y -analizando ahora mi vida pasada- revela que yo siempre quise ser un poco distinto, no seguir el piño. Cuando yo estaba por salir de Agronomía, estaba muy de moda la fruticultura, el boom de uvas y manzanas, y las empresas exportadoras ofrecían muy buenos sueldos a los agrónomos jóvenes. Y yo, cabezota dura, dije ‘No. Si todos se van para allá, yo me voy a ir por otro camino’.
El vino estaba tremendamente deprimido, pero lo encontraba súper interesante y yo veía que había un futuro. Si Chile producía buena uva, tenía que producir buenos vinos también. Por eso seguí la especialidad de enología”, recuerda.
Al salir de la carrera, concursó y se quedó con lo que sería su primer trabajo, en Viña Undurraga, en ese momento en manos de Pedro Undurraga Fernández. “Con un lápiz mina, goma y sacapunta”, describe, llegó en 1972 como el primer enólogo full time en esa compañía, un aprendizaje que lo llevaría, 12 años después, a aceptar otra propuesta. Alfredo Vidaurre, en ese momento presidente de Viña San Pedro, lo contactó para que se fuera a trabajar a esta compañía que, en aquellos años, 1983-1984, no era del grupo Luksic, sino que estaba vinculada al grupo de Javier Vial y al grupo hispano Rumasa.
El caso es que, con la crisis y la intervención a las empresas de Javier Vial, éste fue detenido, y Montes terminó afinando su incorporación a la viña en el anexo cárcel Capuchinos -hoy sería Capitán Yáber- y, contra todos los pronósticos, decidió aceptar. “Es reflejo de la personalidad mía. Vi un campo medio abandonado, desolado, un desierto que quería florecer en Viña San Pedro, y donde yo podía hacer un cambio. No puedo mentir que estuve aterrado de si era la decisión correcta, pero tuve cinco años positivos. San Pedro no exportaba, era el mundo del volumen y el Gato Negro, y ahí conocí al que fue mi gran socio, Douglas Murray. Y empezamos a exportar”, cuenta.
Ese paso por San Pedro fue el trampolín que lo hizo conocer a Murray, que era el gerente de exportaciones de la viña, y a Pedro Grand, quien era un gran proveedor de uva. Así, los cuatro, con Vidaurre, debutaron con su propio proyecto en 1987 con la escritura de la sociedad y al año siguiente, con su primer despacho a Estados Unidos. “Teníamos las patas y el buche. Y un storytelling fantástico, familias de clase media, ninguno de fortuna, pero ganas de hacer cosas”, rememora Montes.
Al proyecto le pusieron Montes, estando recién reunidos con la primera botella en la mesa. Aurelio Montes detalla que fue su amigo Douglas Murray quien planteó las razones. Murray era escocés. Vidaurre tiene una doble R y no era conveniente sacar vinos con doble R ni con H, porque la gente no sabe pronunciarla. Y Grand es un apellido francés, por lo que hubiera sido pretencioso sacar un vino chileno con un nombre francés. Entonces, iba quedando Montes, que tenía una suma de virtudes. Se escribe corto, se pronuncia muy fácil en cualquier idioma, evoca hispanidad, era el apellido del enólogo -“que es como el chef del restaurant, a todo el mundo le gusta hablar con el enólogo”, expone Montes- y tiene relación con la geografía chilena, un país montañoso.
“Yo dije, bueno, si quieren usar mi nombre, yo feliz de la vida y lo cedo, se lo cedo a la sociedad. De hecho, el nombre no es mío, es de la sociedad”, cuenta. Y en la etiqueta optaron por un ángel, “el quinto socio”, dice Montes, a proposición también de Murray, quien había salido ileso de dos accidentes automovilísticos muy serios. “No hay ni una etiqueta que no lo tenga. Tenemos ángeles serios, elegantes, uno copeteado, querubines. Un ícono que a todo el mundo le gusta. Nadie odia ángeles, son todos queridos por todas las religiones”, expone.
Con la muerte de sus socios Douglas Murray y Alfredo Vidaurre, hoy en la propiedad de Viña Montes participan Aurelio Montes con la mayoría -pero “no controlo, no tengo el 50%”, aclara-, las familias Barros Freire y Garcés Silva, mientras las sucesiones de los socios fallecidos mantienen pequeñas participaciones, lo mismo que Pedro Grand.
- En esta historia tiene que haber habido ofrecimientos de compra. ¿Usted quiere que esto se mantenga en la familia?
- Quisiéramos que esto siga en la familia. Nos han llegado muchas ofertas tentadoras de todas partes. Pero estamos tremendamente cómodos como estamos. No tenemos previsto venta. Yo no puedo decir que nunca la va a haber, pero lo pasamos re bien.
“Estamos con utilidades, flotando. Pero no somos una excepción. Estamos sufriendo”
Hoy Viña Montes exporta el 95% de su producción a unos 100 mercados, con ventas que alcanzan las 800 mil cajas totales. Dispone en Chile de 700 hectáreas en Marchigüe, la costa de Colchagua; 150 en Apalta, en Colchagua central; 45 en Zapallar; además de la operación en Argentina, la Viña Kaiken, con 250 hectáreas propias en la zona de Uco y Agrelo (Mendoza).
También una operación en Estados Unidos -Napa Angel-, sustentada con compras a terceros, y una producción de “frontera” para la industria vitivinícola nacional, en Chiloé, que justo por estos días está rindiendo sus frutos. Se trata de llevar al mercado un espumante, aún en proceso de inscribir su marca, que saldrá de una producción hecha en el archipiélago de Mechuque, que queda entre la isla grande de Chiloé y Chile continental, donde en 2,5 hectáreas iniciaron en 2017 esta iniciativa en base a un arriendo de largo plazo, con promesa de compra.
- ¿Cómo resultó este proyecto?
- Yo soy muy aficionado a la navegación a vela. El sur de Chile, todo lo que sea de Puerto Montt hasta casi Punta Arenas, lo conozco. Mechuque es un área muy especial, un grupo de islas pequeñas que están en el Golfo de Ancud y es el lugar donde yo me refugio cuando viene mal tiempo. Es una zona quieta, calmada, protegida de grandes vientos, y ahí fue donde plantamos. La idea era sacarlo para este Año Nuevo, pero probablemente va a tener que ser como para Semana Santa del próximo año.
- También ha vivido proyectos que no fructificaron, en el Valle Sagrado, por ejemplo.
- Lo de Perú fue una locura que tuvimos con mi queridísimo amigo Agustín Huneeus, que somos los dos aficionados a pilotear. Fuimos a Perú en un avión chico que teníamos los dos. Pensamos que el Valle Sagrado podría ser un batatazo importante, pero las autoridades peruanas no nos facilitaron mucho el tema y terminó por fallar el proyecto. Tuve también muy cercano un proyecto maravilloso en Portugal, en el Duero, muy avanzado. Pero estábamos abriendo Argentina en ese minuto y el directorio me dijo “oye, tómate un remedio para los nervios, vámonos más lento”.
- ¿Cómo han logrado financiarse todos estos años sin recurrir al mercado de capitales?
- Lo hemos conseguido. Somos ordenados, no tenemos hipotecas que nos compliquen la vida. Los bancos y el sistema financiero, en general, nos tienen las puertas abiertas. Estamos muy poco endeudados, trabajamos con recursos propios y como tenemos un muy buen precio promedio -Chile tiene US$ 26 y Montes está en US$ 78-, con ese nivel de ingreso y con las ventas más o menos sostenidas, estamos sólidos y flotando. Con dificultad, estamos luchando por mantener las ventas y por crecer un poquitito en algunos mercados, como India. Creemos que el futuro del vino está más bien en viñas de tamaño chico y mediano, que tengan gran calidad, y no en viñas gigantescas que hagan vinos de volumen.
- El mundo vitivinícola está pasando por un ciclo bajo, de menos consumo. ¿Cómo están ustedes?
- Estamos con números azules. Más tímidos, desde luego y menores de los que eran antes de la pandemia. Antes del covid eran azul profundo y ahora son azul más pálido. Pero estamos con utilidades, flotando. Pero no somos una excepción en el mundo. Estamos sufriendo.
- ¿Usted ha pensado en el retiro?
- No en el corto plazo. No sabría qué hacer sentado en mi casa un día martes. Estoy acostumbrado a estar activo, ir a los campos, inventar cosas, hacer proyectos, plantar. Me gusta estar explorando, eso es mi vida. Yo me entretengo con eso. En la casa me lateo. Tengo una maravillosa mujer, hijos y nietos, pero cada uno está en lo suyo. En mi casa, a la semana estoy podrido.
- En esta trayectoria, ¿algún sueño pendiente?
- En el waiting list no lo tengo. Pero estoy absolutamente abierto a escuchar y de hecho me voy pasado mañana a iniciar un nuevo proyecto. Estoy permanentemente con las antenitas paradas.
- ¿En qué consiste el nuevo proyecto?
- Está al sur. Un nuevo terroir que no existe hoy día como zona vitivinícola, pero creo que sí tiene las condiciones y se podría hacer un vino. Estas zonas habitualmente atípicas son difíciles, hay que pagar un precio de aprendizaje de algunos años, con climas que no son muy amigables y suelos que nunca en la vida han tenido una parra. Son muy desafiantes estos proyectos, pero tremendamente atractivos. Si uno no hace nada, va a seguir con el vinito que ya está archiconocido. Pero aquí la idea es ir abriendo y ganando terreno en una viticultura extrema. Nosotros nos hemos ido especializando en esa viticultura extrema.
Montes y la muerte de Piñera: “Todos los pilotos tomamos más cuidado en pilotear”
- Usted es piloto de helicóptero. Con el accidente fatal de Sebastián Piñera, ¿no le dio miedo?
- Claro que sí. Y eso significó que todos los pilotos tomamos mucha más conciencia y más cuidado en pilotear, y ser extremadamente cautos. Es marca Robinson, modelo 66, que es un helicóptero a turbina muy moderno. Lo tengo nuevito y me gusta mucho volarlo.
Argentina: “Si de repente aparece una joyita por ahí…”
En Argentina, acaban de sacar un nuevo producto, Boulder (Roca), que acaban de lanzar en Hong Kong. La producción viene de Los Chacayes, al sur del valle de Uco, a 1.800 metros de altura. “Es un sector donde solamente hay rocas, prácticamente no hay tierra. Y entremedio de las rocas plantamos una viña, que es muy desordenada, pero tiene una característica fantástica de desarrollo muy controlado de parras chicas que luchan por vivir. Dan un vino extraordinario en un volumen chiquitito. Yo dije ‘no puedo dejar estas cinco hectáreas botadas llenas de rocas’. Y me di cuenta de que, entre roca y roca, había un pedacito de tierra pequeña. Pongamos la viña donde se pueda”, cuenta Montes.
- ¿Con Milei se entusiasma como para invertir más?
- Me da confianza la macroeconomía. Yo creo que en eso lo ha hecho muy bien. Ahora, la gente -sobre todo la clase media argentina- está sufriendo mucho, y eso me da temor, porque el pueblo tiene un cierto límite de aguante. Pero hasta ahora la gente está con esperanza y eso me reconforta. Queda mucha tierra todavía en Argentina de calidad, así que yo no descartaría comprar otros trozos de tierra. Viña Montes es chica, pero si de repente aparece una joyita por ahí, podemos pensar en hacer algunas inversiones.

Te recomendamos
ARTICULOS RELACIONADOS
LO MÁS LEÍDO
Newsletters
BRANDED CONTENT
En Perfeccionistas entrevistamos a un deportista chileno que quiere llegar tan alto como sus saltos
Mauricio Molina nos cuenta de su pasión por el BMX y cómo se convirtió en el primer chileno en competir en esta disciplina en unos Juegos Olímpicos y ser parte del selecto grupo de los 25 mejores del mundo.
En Perfeccionistas entrevistamos a un deportista chileno que quiere llegar tan alto como sus saltos
Mauricio Molina nos cuenta de su pasión por el BMX y cómo se convirtió en el primer chileno en competir en esta disciplina en unos Juegos Olímpicos y ser parte del selecto grupo de los 25 mejores del mundo.
Instagram
Facebook
LinkedIn
YouTube
TikTok