Industria

CMPC: “Estos pequeños grupos terroristas ajenos a la cultura mapuche tienen como objetivo el despoblamiento de la zona”

“Es dramático decirlo, pero no me sorprenden los hechos de violencia”, afirma el abogado, quien señala que de los últimos gobiernos, sólo en la administración de Ricardo Lagos se avanzó en el tema indígena.

Por: Por Patricia Arancibia Clavel

 | Publicado: Sábado 19 de enero de 2013 a las 05:00 hrs.
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Gonzalo García Balmaceda (62) es abogado y actualmente secretario general de Empresas CMPC. Con más de 20 años en la compañía, conoce como pocos la realidad de la zona donde la firma posee un sinnúmero de predios forestales y un centro industrial en pleno corazón del conflicto. 

Junto con el conocimiento que le da su vinculación permanente con las comunidades mapuche, posee la visión y expertise necesaria para realizar un análisis político de la situación ya que no sólo fue fundador de RN, sino que subsecretario del Interior en el período de la transición. Convencido que sólo a través de un acuerdo transversal y una política de Estado seria que reconozca la deuda con el pueblo mapuche se puede llegar a la paz en la región, critica la falta de liderazgo, el centralismo y la carencia de una real conciencia nacional sobre lo que allá está sucediendo y valora que, al menos su empresa, mantiene -pese a todo- sus proyectos de inversión.

- ¿Cuál es tu visión global frente a los últimos acontecimientos de La Araucanía?


- Es dramático decirlo, pero para una persona como yo, que le ha tocado seguir este tema de cerca, conocer la zona, conversar con autoridades y observar cómo desde los ‘90 se han ido recrudeciendo los hechos de violencia en la región, la muerte del señor Luchsinger y su señora no me sorprende. Tarde o temprano tenía que suceder. Pero, es tal el centralismo, la incapacidad para ver lo que allí está sucediendo que acá en Santiago pocos son los que se dan cuenta que hay cientos de familias en la IX región que viven aterradas y que claman por ayuda para que se logre poner fin a una violencia que se ha hecho cotidiana.

- ¿Dónde está a tu juicio el origen del problema?


- No soy juez ni policía, pero aquí está claro que hay un problema de etnia y de reconocimientos culturales, hay un problema de génesis histórica que es innegable. En octubre, el presidente escribió una columna donde señala por dónde cree que puede ir la solución. Se supone que lo dicho por él debiera pasar a ser política de gobierno, pero me llama la atención que cuando se escucha a las autoridades, nadie se refiere a los 4 puntos que él trató allí para solucionar el problema indígena: un nuevo trato, los títulos son reconocimiento y compromiso; estrategia de integración promoviendo la cultura; desarrollo social y económico; y paz, seguridad y orden público, es decir, aislar la violencia. Lo que veo es que sin un buen diagnóstico, sin buenos objetivos y sin un acuerdo transversal del poder político nacional, incluidos todos, este problema es insolucionable.

- ¿Por qué no se avanza?


- La agenda se llena de otras urgencias y al poco tiempo, todo se olvida. Hace pocos días, después de la muerte de los Luchsinger, El Mercurio publicó una especie de cronología de los hechos de violencia y -como todo se olvida- ni siquiera se hizo mención que hace un año, en Carahue, en un fundo de esta Compañía, hubo 30 focos simultáneos de incendio, un hecho absolutamente intencional donde por circunstancias muy desgraciadas murieron 7 brigadistas nuestros, el hecho más doloroso que ha sufrido esta empresa. Pasó y a los pocos meses se olvidó y cuando se hace un recuento, ni siquiera se menciona. Esto es lo que ha venido sucediendo en estos últimos 13 años en Chile: un aumento sustantivo del terror, centenas de personas en miedo constante, muertes, quema de casas, camiones, maquinarias, sin que ni el Estado, ni el gobierno, ni los políticos ni casi nadie, tome este tema en serio y busque verdaderas soluciones.

- ¿Es sólo un problema de entrega de tierras?


- Bajo el gobierno de Aylwin, con la ley indígena que creó la Conadi, se incentivó la esperanza que se iban a entregar tierras y con ello solucionar conflictos ancestrales. Pero lamentablemente el proceso ha sido muy desgraciado porque se ha prestado para negociaciones muchas veces no muy santas, que han creado incentivos muy perversos y violencia para conseguir tierras. Creyendo que se podían frenar esos focos, los distintos gobiernos comenzaron a ceder frente a minoritarios grupos violentistas, apagando el fuego con bencina. Ha sido una muy mala política de Estado que ha favorecido a quienes usan ese medio para sus fines.

- ¿Cuál es tu evaluación sobre cómo han actuado los distintos gobiernos desde el ‘90 en adelante?


- A mi juicio todos ellos, incluyendo el de Piñera, no han sabido o no han tenido el suficiente liderazgo para implementar políticas de Estado, porque como lo discutimos en su momento con el ministro (Raúl) Troncoso en la época de Frei Ruiz Tagle, este no es un problema entre privados. Todos los gobiernos -salvo el de Lagos, quien puso a Jaime Andrade a cargo de la situación, quien avanzó mucho- entran y salen del tema, crean cumbres, reuniones especiales, envían a un ministro, pasan seis meses y… todo queda igual. Eso es lo que ha ocurrido en los últimos 13 años. Se han entregado muchas tierras pero no se transforma el tema indígena en un problema de Estado y siguen pensando que es un problema de allá y no de Chile. Recién ahora veo un cambio, una luz en el horizonte con el ministro Chadwick, quien ha asumido una actitud que no se había visto antes.

- ¿En qué sentido?


- En algo clave: la institucionalidad chilena tiene que ponerse de acuerdo en cómo va a manejar este problema que no es de la IX región ni del gobierno de turno, sino de Chile. Veo que Chadwick está incentivando un acuerdo transversal, con grupos parlamentarios de todos los sectores. El arreglo tiene que ser así, transversal, pues es la única manera de aislar a estos pequeños grupos terroristas que son ajenos a la cultura mapuche y que, a mi juicio, tienen como verdadero objetivo el despoblamiento de la zona. Es contra eso que hay que luchar ya que ello va a generar un perjuicio incalculable en la región.

- ¿Quiénes están a tu juicio detrás de estos grupos violentistas?


- Yo no creo que obedezcan a dictámenes de políticos o partidos políticos chilenos. Esos grupos son asistémicos, muy violentos, apoyados pienso -aunque no tengo pruebas- por ONG extranjeras que tienen como bandera de lucha el tema indígena. Es un tema de moda en el mundo y seguramente hay plata para eso. Se aprecia que hay mucha injusticia, que hay que repararla y estos grupos aprovechan este ambiente para hacer terrorismo y actuar con inusitada violencia. Y esto es súper grave porque han tenido mucho éxito expandiéndola. Hoy la ruta 5 -donde desde hace algunas semanas no andaban camiones- está custodiada cada 8 kilómetros por carabineros para que se pueda transitar. Y es que ya no es sólo el incendio, sino la muerte y el terror.

- Y, ¿basta con llevar más carabineros?


- Hay cosas que la IX región puede solucionar, pero hay uno que no puede: el del orden público. Ellos tienen que recurrir al poder central, pero este no es un problema de más o menos carabineros. Está comprobado que no lo es. Aquí se requiere, reitero, un acuerdo nacional para aislar a los violentistas ya que hemos visto como los distintos gobiernos han dado muestras de timidez para enfrentarlos porque no tienen el piso político. Hay que buscar ese piso, tener un diagnóstico común y actuar con ese respaldo.

- ¿Qué falta para ello?


- Conciencia real de lo que allá está sucediendo. Cuando uno pregunta a nivel de autoridades, de dirigentes políticos, gremiales etc., cuáles son los tres principales problemas de Chile, ¿crees que alguno te menciona el problema indígena? Se analiza como episodio y al poco tiempo, se acabó. Espero que la muerte horrorosa de este matrimonio ayude a tomar conciencia y a que todos los que deben elaborar políticas y tomar acciones, se den el tiempo para lograr un acuerdo transversal. Este problema no se va a solucionar con una actitud policial más dura, sino que se estudie con sentido de Estado, al igual como lo hicimos, por ejemplo, en La Haya. Así, el que se salga del rayado de la cancha consensuado por todos, duro con él.

CMPC "no ha detenido ni desviado" inversiones en La Araucanía
Afirma que no hay que caer en el juego de los violentistas que ha provocado bajas en la inversión en la zona.

- ¿Cuánto está afectando esta situación en el mundo empresarial?
- Esta semana estuve con el presidente de la CPC, Lorenzo Constans, y me dijo que lleva dos años preocupado de sugerir soluciones a este tema porque obviamente ve las implicancias económicas que tiene.
Pero, más allá de eso, hay cosas mucho más importantes que lo económico que son las implicancias humanas, terribles para muchas familias. 

- ¿Cómo está la CMPC encarando el problema?
- Estando muy cerca de las comunidades. Debido a la cantidad de predios forestales que tenemos allá, poseemos vínculos con cientos de comunidades. Los mapuche son personas pacificas que viven en la zona más pobre del país.
Anhelan salir de la pobreza y mejorar su calidad de vida y la compañía tiene relaciones permanentes, diarias con ellos, con planes de trabajo, proyectos culturales, de capacitación, una tarea que estamos haciendo por muchos años para colaborar con quienes son nuestros vecinos. Creemos que efectivamente hay una deuda de Chile con ellos y siento que esa deuda está más relacionada con un problema de respeto y cultura que de tierras.

El problema no sólo afecta a los grandes. El mundo forestal funciona en base a contratos a terceros y afecta a miles de personas, a pequeños empresarios que ya no tienen seguros para sus maquinarias, sus camiones; afecta al turismo, al pequeño comercio etc. 

- ¿Y han frenado sus inversiones en la zona? 
- No, no las ha detenido ni las ha desviado. Tenemos un centro industrial en Mininco, en la zona de Angol que es la más dura y seguimos invirtiendo.
El controlador de esta compañía, la familia Matte, tiene una fe en el país admirable. 

- No es la actitud generalizada... 
- No, porque si se observan las cifras, esta zona es la de más baja inversión del país. Los violentistas tienen como objetivo el despoblamiento y la baja inversión ayuda a ese objetivo. No hay que caer en ese juego.  

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