Cuando después de participar por primera vez en el comité político como ministro Secretario General de la Presidencia, Nicolás Eyzaguirre salió a los patios de La Moneda junto a su par de Interior, Jorge Burgos, para dar una señal de que no había problemas entre ellos, pudo parecer una escena armada para desmentir lo que se percibía como una posibilidad real.
Pero el abrazo entre ambos, en medio del cual no faltó la dosis de humor -como cuando Eyzaguirre aludió a que estaba claro que Burgos pesaba más- no era una imagen que se contradijera con la disposición de ambos.
De hecho, el titular de Interior, conminado a referirse por tercera vez al tema el miércoles, se adelantó a afirmar que lejos de estar preocupado por la llegada de quien fuera ministro de Educación al equipo político, le parecía un aporte e incluso tras aludir a que eran amigos, aclaró en tono firme que él tenía claro su rol y que si alguien quería pasar por encima, se demoraba cinco minutos en golpear la mesa.
La firmeza de Burgos podría dar la impresión de que efectivamente está inquieto por el arribo de Eyzaguirre, pero responde a lo que efectivamente siente, porque de acuerdo a todos los indicios, la intención del nuevo ministro de la Segpres está lejos de tratar de tomarse el poder u opacar al jefe de gabinete. Por el contrario, su interés es sumarse a la tarea emprendida por éste junto al titular de Hacienda, Rodrigo Valdés.
Por su conocida cercanía con la Presidenta Michelle Bachelet, su llegada a La Moneda se interpretó de inmediato como que podría ser un nuevo Rodrigo Peñailillo, que concentraría todo el poder, tesis avalada por el hecho de que ni el ministro del Interior, ni el de Hacienda, cuentan con una relación similar.
Pero no es lo que Eyzaguirre ha transmitido a sus cercanos en estos días, ni respondería tampoco al diseño presidencial, puesto que la mandataria estaría decidida a respaldar el criterio impuesto por la dupla Burgos-Valdés en cuanto a la necesidad de moderar el impulso reformista, para lo cual habría considerado que la incorporación al equipo de su hombre más cercano sería un aporte.
Nexo con Bachelet
Teniendo en cuenta el estilo de Bachelet, para quien es difícil establecer lazos de confianza, a lo que se suma que requiere de complicidades para gobernar, la llegada de Eyzaguirre al núcleo de poder de La Moneda, se considera como la pieza que faltaba para darle fuerza al equipo que ella misma nominó cuando decidió poner término a la etapa bacheletista con la partida de Peñailillo y Alberto Arenas.
Por la privilegiada relación de la mandataria con su actual titular de la Segpres, que ha tenido sólo momentáneos distanciamientos -como cuando él se refirió a ella como "mi Gordi", de lo que debió disculparse- en el oficialismo, especialmente entre los ministros, se parte de la base que probablemente él será el nexo para exponerle o persuadirla de las decisiones que pretendan tomar.
Para explicar el papel que jugará Eyzaguirre, basta considerar que tras la caída del gabinete anterior, fue quien asesoró a Bachelet en la búsqueda de los reemplazantes, pero sobre todo, que él propuso a Rodrigo Valdés como sucesor de Alberto Arenas en Hacienda, de quien, habiéndolo conocido como su asesor, sabía perfectamente cuál era su línea. Lo mismo ocurrió al dar su beneplácito para la nominación de Burgos en Interior, porque también conocía perfectamente su estilo moderado.
Es en ese contexto que su incorporación al equipo político, se considera que será más para potenciarlo que para competir con los demás, donde su cercanía con la mandataria sería una ventaja para consolidar el criterio que todos sus integrantes quieren impulsar, lo que hasta ahora no han podido hacer con fuerza, precisamente porque dada su relación más distante, no se han logrado empoderar como se requiere.
En línea de moderación
En aval de la tesis de que Eyzaguirre está en la misma línea de la dupla Burgos-Valdés, más que en aquella de sectores de no aceptan cambiar un ápice las ínfulas reformistas - por la cual bregan personeros de su partido o del PC- es que desde su cargo de ministro de Educación, muchas veces fue crítico del actuar tanto de Peñailillo como de Arenas, porque aun estando comprometido con las reformas, no necesariamente compartía el criterio de considerar al programa como un fin en sí mismo que no se pudiera adecuar a las circunstancias.
Por lo que indican sus cercanos, el actual ministro de la Segpres comparte la idea de que el cambio de escenario que ha producido la caída en las encuestas, tanto de la Presidenta como de las propias reformas, a lo que se suman las bajas cifras de crecimiento, requiere una readecuación de las prioridades, asumiendo que no todo se puede hacer al mismo tiempo, ni que tampoco todas las promesas se podrán cumplir.
En su criterio, que coincide con lo planteado por los ministros del Interior y de Hacienda, lo responsable ahora es frenar las expectativas, lo que no significa detener las reformas, sino abocarse a consolidar aquellas que se aprobaron o están en tramitación, como la tributaria, la educacional o la laboral, a las que deberían sumarse las de probidad, más una agenda tendiente a mejorar las cifras económicas, como asimismo la seguridad.
Como indican en el oficialismo, no puede dejar de considerarse que el propio Eyzaguirre cuando fue ministro de Hacienda fue el mentor de la regla del superávit estructural, que como es la que podría ponerse en riesgo si es que no se modera la agenda, él estará dispuesto a hacer todo para cuidarla.
En esta línea es donde se destaca como fundamental la cercanía de Eyzaguirre con Bachelet, quien de acuerdo a lo que plantean distintos personeros del oficialismo, se habría convencido, en parte precisamente por la influencia de su actual hombre más cercano, que la estrategia del primer período debía cambiar.
Mejorar coordinación interna
Entendiendo que ése es el desafío en que estará empeñada la nueva "troika" del poder, con la anuencia de la mandataria, su tarea principal será tratar de explicar el sentido de esta nueva etapa, para lo que también se estima importante el aporte, en su calidad de vocero, del ministro Marcelo Díaz.
Especial trascendencia se le atribuye a la tarea que puedan cumplir en el Congreso, donde están muchos de quienes no parecen conformes con el giro que pretende dar el gobierno, como única fórmula para salir de la actual crisis.
En su calidad de titular de la Segpres, esa tarea le correspondería principalmente a Eyzaguirre, pero considerando que no ha forjado una buena relación con los parlamentarios, en parte por su carácter, la decisión sería que fuera una tarea compartida, en la que el espíritu dialogante de Burgos debería jugar un papel preponderante.
Es por eso que muchos apuntan a que el ex ministro de Educación se abocará principalmente al diseño estratégico que le corresponde también a su ministerio, con acento en la coordinación de las tareas de todo el gobierno, que aparece fundamental en momentos en que se requiere priorizar la agenda y mejorar la gestión, para lo que sí se le reconocen grandes capacidades.
Paralelamente, se presume que Eyzaguirre será un puntal de Valdés, en la contención de las expectativas de la expansión presupuestaria, que es precisamente uno de los pilares para que el diseño de moderar expectativas dé resultados.
Pero al final, la gran apuesta con el recién asumido titular de la Segpres, es que use su relación con Bachelet, para que le delegue el poder a la "troika" que ella misma nominó para este difícil etapa del gobierno.