Política

La rebelión de los partidos frente a una agenda que no los interpreta

En cita en la casa de Piñera se impuso la tesis de los sectores más duros, que reclaman por los énfasis que el gobierno pretende poner en temas que consideran propios de la oposición.

Por: Por Blanca Arthur
 | Publicado: Sábado 14 de enero de 2012 a las 05:00 hrs.
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Molesto estaba el lunes en la mañana el presidente Sebastián Piñera. Tal como se lo transmitió a algunos dirigentes de los partidos de su coalición, no le gustaba que lo pautearan por la prensa.

Con ello hacía alusión, básicamente, a las declaraciones realizadas el fin de semana tanto por el presidente de la UDI, Juan Antonio Coloma, como de RN, Carlos Larraín, quienes coincidieron en mostrar su desacuerdo con las prioridades que el gobierno le estaba dando a temas que no generan consenso en el oficialismo.

Efectivamente, los jefes de ambos partidos habían decidido lanzar una ofensiva en la antesala de la cita cumbre que se realizaría esa noche en la casa de Piñera, con la idea de que quedara establecido de antemano que en dicho encuentro harían pesar sus posiciones.

Con distintos estilos, Coloma y Larraín no ocultaron sus aprensiones frente al hecho de que si el gobierno se centraba en una agenda que no concita acuerdo interno, amenazaba con producir serios ruidos en sus propias filas.

El principal alegato de los jefes partidarios apuntó a que La Moneda aparecía impulsando propuestas que responden a los postulados tradicionales de la Concertación, sin tomar en cuenta la opinión de su propio conglomerado.

Consciente de que la amenaza de desorden era real, sobre todo por la resistencia de algunos sectores a poner el énfasis en los cambios al binominal, o en la reforma tributaria, Piñera centró sus expectativas en tratar de aunar criterios en torno a su agenda en la reunión del lunes.

Pero no ocurrió, al menos como lo esperaba. La prueba fue que en medio del encuentro, el ministro Andrés Chadwick debió salir a explicar, flanqueado por Coloma y Larraín, que las prioridades para este año estarían focalizadas en materias sociales, como educación, salud, seguridad ciudadana o empleo.

Con ello quedó claro que el Presidente no había encontrado acuerdo para hacer una propuesta tendiente a cambiar el sistema binominal, por lo que optó por postergar el debate sobre el tema, mientras frente a las críticas a la reforma tributaria, se comprometió a buscar el máximo de consenso para la propuesta que, en este caso, notificó que está decidido a mandar al Congreso.

Es un hecho que con la decisión de posponer el tema del binominal, más los condicionamientos que se plantearon para respaldar los cambios tributarios, los sectores más duros de la coalición oficialista aparecieron imponiendo su postura. Pero teniendo en cuenta las discrepancias que existen en la propia coalición, la decisión adoptada por el gobierno de cambiar sus prioridades, no fue garantía para que se ordenaran las filas.

Tampoco colaboró a ello el llamado presidencial a buscar un gran acuerdo para cambiar el binominal, luego de que había decidido postergar ese debate, lo que provocó que especialmente desde la UDI lo llamaran a aclarar su postura, lo que terminó por enredar aun más el panorama.


La razón de los partidos

Con cierta desazón, en el gobierno asumieron que lo ocurrido en estos días podía ser un síntoma de que el ordenamiento que se produjo tras el cambio de gabinete de julio del año pasado, amenazaba con llegar a su fin.

Desde entonces, las principales disonancias eran las que manifestaban aquellos representantes más ortodoxos de la UDI, liderados especialmente por el senador Jovino Novoa o el ex ministro Hernán Büchi, alegando en contra de que el gobierno priorizara propuestas contrarias a las del ideario tradicional de la derecha, las que también planteaban en algunas oportunidades representantes del sector más duro de RN, que encarna Carlos Larraín.

Pero dichas posiciones fueron ganando influencia al interior de los partidos, sobre todo porque se comenzó a compartir la tesis de que el diseño de La Moneda no le iba a redituar al gobierno ni política, ni electoralmente, como éste imaginaba.

Como indican al interior de la UDI, lo mismo que desde la mesa de RN, en el último tiempo cundió la preocupación frente a la posibilidad de que el gobierno fijara sus ejes en el cambio al binominal o en la modificación tributaria.

Los indicios que recibían era que ésa era la disposición presidencial, que partía del supuesto que con ello no sólo ganaría puntos porque eran parte del reclamo ciudadano, sino que al plantear dichas reformas, la Concertación quedaría sin espacio para rechazarlas, con lo que se podría anotar un gran triunfo.

Pero ese cálculo compartido en La Moneda, es precisamente el que comenzó a ser cuestionado entre los políticos oficialistas, quienes discrepan de que la oposición, considerando la actitud que ha tenido en situaciones como la tramitación del presupuesto, esté dispuesta a que este gobierno se quede con el trofeo de haber realizado reformas que son un emblema de sus propuestas.

En un cuadro en que se estaba instalando la inquietud por la línea que parecería adoptar el gobierno, las alarmas se encendieron definitivamente en las cúpulas partidistas con la ronda de reuniones de Piñera con los ex presidentes de la Concertación.

Es que la idea presidencial de que con ello podría aparecer como estadista, al consultar los grandes temas del país con quienes han gobernado, chocó con el malestar que produjo en sus propias huestes el que se instalara la sensación de que estaba asumiendo las ideas de éstos, que eran temas que el propio Presidente sabía que generaban problemas en sus partidos.

De hecho fue tras estas reuniones cuando los máximos dirigentes de la UDI como de RN plantearon los primeros reclamos en el sentido de que no era aceptable que el gobierno planeara adoptar decisiones de la magnitud que significan cambios al binominal o a la estructura tributaria sin considerar el punto de vista de su propia coalición.


El difícil alineamiento

La actitud asumida fundamentalmente por los presidentes de los partidos, no sólo molestó a Piñera, como se los hizo saber en la reunión del lunes, sino que también lo sorprendió. Pero más que la de Carlos Larraín o del sector de RN que no ha ocultado sus disidencias con el gobierno, le costó entender que la UDI se desalineara, porque aun cuando sabe que tiene una posición más dura, había partido de la base que con el ingreso al gabinete de dos de sus más destacadas figuras como Andrés Chadwick o Pablo Longueira, no iba a tener problemas con ese partido.

Pero ocurre que tal como la directiva de RN no se siente representada en el gobierno con ministros que son del ala liberal, como Rodrigo Hinzpeter, en la UDI consideran que los suyos, aun siendo del ADN de ese partido, están esencialmente comprometidos con el gobierno, como asimismo con los lineamientos de Piñera, muchos de los cuales no comparten.

Como sea, lo que ha quedado claro en esta semana, calificada como determinante tanto por las autoridades como por los dirigentes del oficialismo para fijar la agenda de 2012, es que la falta de disposición de los partidos a asumir como prioritarias las reformas que consideran que no son parte ni de su ideario, ni estaban en el programa de gobierno, le creó una difícil situación a La Moneda, la que amenaza con no solucionarse fácilmente.

Es que como admiten en la UDI y en RN, la rebelión expresada en estos días responde también, en parte, a que en un año de elecciones los partidos necesitan perfilarse, lo que no están dispuestos a hacer con las ideas de la Concertación, ni tampoco mostrando una gran cercanía con un gobierno que exhibe una baja adhesión en las encuestas.

En este escenario, la preocupación de La Moneda ha sido tratar de impedir que se cunda el desorden, al punto que el propio ministro Chadwick debió salir a aclarar que el llamado de Piñera a generar un gran acuerdo para el binominal no implicaba que fuera una prioridad, sino que era la constatación de que sin ese acuerdo no se podía hacer ningún cambio.

Pero la sola confirmación de que no han renunciado a hacerlo más adelante, como que la reforma tributaria irá de todas maneras, augura que el debate sobre ambos temas al menos seguirá marcando la agenda, con lo que es probable que el desorden continúe en aumento, teniendo en cuenta que ninguno de los sectores de la coalición parece dispuesto a transar lo que cree.

Como reclaman en los partidos, luego de que el gobierno instalara los polémicos temas, tendrá que enfrentarse a las disidencias internas que comenzaron marcando este comienzo de 2012.

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