Ayer en el Comité Político hubo torta de cumpleaños. El festejado: el presidente del Partido Socialista (PS), diputado Osvaldo Andrade. Sin embargo, en el ambiente no todo eran cánticos y congratulaciones para el parlamentario. Algunos miembros de la Nueva Mayoría no estaban muy conformes con sus últimas declaraciones en contra de la Iglesia Católica, por el tema del proyecto de aborto terapéutico. Y el mismo ministro del Interior, Rodrigo Pañalillo, lo hizo notar, cuando recomendó a los presidentes de partidos bajar el tono del debate por este tema, para no causar más ruido del necesario con la Iglesia.
Aunque no mencionó expresamente a Andrade, todas las miradas apuntaron hacia él, quien había sido el más duro con sus comentarios. Este conflicto no estaba causando comodidad en el gobierno, quienes no quieren ver a la Iglesia como un adversario, sino como un aliado, sobre todo pensando en la reforma educacional.
En ese contexto, y para ordenar un poco las aguas revueltas dentro del oficialismo ante la apertura de tantos flancos, es que Pañailillo les clarificó a los timoneles que todas las fuerzas se deberían centrar en las dos grandes reformas que se están discutiendo en el Parlamento: la educacional y la tributaria. Y para ello, se explicitó que, al menos desde el gobierno, las definiciones respecto al tema del aborto quedarán para fines de este segundo semestre e incluso- según se comentaba en Palacio- para la agenda de 2015.
Este “frenesí” legislativo no estaba siendo visto con muy buenos ojos en algunos miembros del oficialismo. Ya durante la mañana, el presidente de la DC, senador Ignacio Walker, en una entrevista radial poco antes de asistir el Comité, expresó su preocupación ante este escenario: “no se pueden debatir tantos temas simultáneamente”, señaló. En ese mismo espíritu, otro jefe de partido comentaría que “No fue un buen momento colocar el tema del aborto, en medio de la discusión de las reformas centrales. Se podría haber evitado una generación de conflictos innecesarios”.
De esa situación, el Ejecutivo habría tomado nota, no sólo con la decisión de aplazar el debate por el aborto, sino que con el llamado a recuperar, para los intensos meses que se avecinan, el “diálogo positivo”, centrando la “batalla comunicacional” en los beneficios de las reformas tributaria y educacional, dejando de un lado las “guerras de cuñas”.
Discurso unitario
Al parecer el café cargado de la reunión hizo mella en los presidentes de los partidos, quienes evitaron subir el tono de sus declaraciones, sobre todo con la Iglesia Católica, respaldando la decisión del gobierno de poner un freno al tema del aborto, para no perder la “brújula” en los grandes ejes del programa que están entrando en fases decisivas. “En el tema del aborto se señaló que el gobierno tiene la idea de que se haga para el 2ª semestre; en consecuencia, no es el debate prioritario a la fecha. Se planteó que había que tener la noción de que la Iglesia (católica) en materia de educación puede ser un aliado, y exacerbar las diferencias puede ser un error y en eso estuvimos todos de acuerdo”, sostuvo Andrade en un tono más conciliador.
En esa misma línea, el timonel del PPD, Senador Jaime Quintana, intentó moderar posiciones con el mundo católico: “Se hizo explícito que esta reforma (educacional) no es en contra de la iglesia, es reafirmar el rol que ha tenido la iglesia en la materia, y eso no va cambiar”.
El vocero de gobierno, Álvaro Elizalde, enfatizó la importancia del diálogo con todos los actores, incluida la iglesia: “Lo que hemos señalado es que vamos a promover el debate. Esperamos que todas las miradas sean consideradas. Obviamente que en este debate constructivo propio de la democracia, la voz de las Iglesias tiene que ser considerada”, indicó.
La cena de Bachelet
Dentro de este escenario, la presidenta Bachelet, convocó a una cena de trabajo con todos los parlamentarios de la Nueva Mayoría, ministros, y presidentes de partidos.
El encuentro, que se concretaba al cierre de esta edición, tenía como propósito marcar una hoja de ruta para este segundo semestre, en la cual la Mandataria fijaría las prioridades, con el fin de ordenar la agenda e impedir que los “matices” generen ruido .
Se moderan las expectativas
Las expectativas de la ciudadanía se habrían moderado tras la primera cuenta pública de la presidenta Michelle Bachelet, el pasado 21 de mayo. Así leyó la consultora Plaza Pública Cadem, la última encuesta que realizó y donde la aprobación de la mandataria registró una caída de 6 puntos, bajando de un 55% a un 49 % post discurso presidencial y aumentado su desaprobación de un 28 % a un 33 %.
Un efecto similar en la percepción ciudadana logró la reforma tributaria, cuyo respaldo retrocedió desde el 46 % a un 42%, aunque mantiene algo más de optimismo que durante las primeras semanas de mayo. Quienes están en desacuerdo con el ajuste impositivo del Gobierno pasaron de 33% a 35%.
Asimismo, ante la consulta respecto a si la reforma afectará negativamente a la clase media, el 56% responde afirmativamente. A inicios de mayo, un 68% creía que el proyecto sería perjudicial para ese grupo social.