Cambio en política de EEUU aumenta la presión sobre Siria
Estados Unidos anunció ayer que podría aplicar “sanciones selectivas” contra Siria...
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Por M. Peel, D. Dombey y J. Blitz
Estados Unidos anunció ayer que podría aplicar “sanciones selectivas” contra Siria, lo que anunciaría una creciente presión contra Damasco por parte de los gobiernos occidentales.
Las sanciones de las que habla Washington pueden incluir el congelamiento de bienes de altos funcionarios del gobierno sirio. Aunque el efecto práctico de aplicar estas sanciones sería limitado, marca un cambio importante en la postura de EEUU hacia Bashar al-Assad, el presidente de Siria. Este vuelco es el último en las tortuosas relaciones del país norteamericano con Damasco.
La administración Bush dijo que Siria era un miembro asociado del “eje del mal” y en 2005 retiró su embajador tras el asesinato de Rafiq Hariri, el ex primer ministro del Líbano que había tenido cruces graves con Assad. Los lazos entre ambos países se tensaron aún más en 2007, después cuando Israel bombardeó un reactor nuclear sirio que, según agencias de inteligencia occidentales, era parte de un programa de armas.
Por su parte, el gobierno de Obama sostuvo que un enfoque amplio y abarcativo de la situación en Medio Oriente y del conflicto árabe-israelí hacía de las relaciones con Siria una necesidad estratégica.
Sin embargo, tras la represión contra los manifestantes en Siria, el Consejo de Seguridad Nacional de EE.UU. anunció que está analizando diversas opciones, entre ellas la aplicación de sanciones selectivas, para demostrar que esa conducta es inaceptable.
Previamente, las potencias extranjeras no parecían dispuestas a hacer mucho más que deplorar las muertes de los que protestan en Siria. Esto contrastaba claramente con las acciones contra Muammar Gaddafi, en Libia, y dejaba ver una ambivalencia con respecto al régimen de Assad.
El presidente sirio no es un amigo de Occidente, pero ha estado al frente de un inestable alivio de tensiones en la región que determinó que algunas figuras influyentes en países como EEUU e Israel quieran que se quede, señalaron observadores. Ciertos funcionarios importantes en los gobiernos de EEUU, Turquía e Israel se preocupan por las posibles consecuencias del fin del dominio del Partido Ba’ath en Siria, y mencionan su preocupación por la Hermandad Musulmana y las perspectivas de disputas entre la gobernante minoría alawita y la mayoría sunita.
Numerosos países han condenado la violencia en Siria, pero hasta ayer habían evitado amenazar con sanciones. Los últimos días han sido los más sangrientos en el período de intranquilidad que ya lleva un mes.
Gran Bretaña y Francia, que han sido los que más dejaron oír su voz a favor de una intervención militar contra Gaddafi, han denunciado la violencia en Siria pero no han advertido a Assad públicamente sobre potenciales consecuencias.
Es improbable que países como Turquía e Israel, ambos vecinos de Siria y estratégicamente importantes en la zona de Medio Oriente, presionen para que Assad deje el poder. El régimen de Damasco apoya al grupo islámico Hamas y a Hezbollah, el movimiento chiita del Líbano, dos de los grandes enemigos de Israel, pero los funcionarios de este último país piensan que Assad está más interesado en preservar el poder que en enfrentar al Estado judío.
Aunque la comunidad internacional tiene un poder limitado sobre Siria, los analistas creen que su economía necesita al “mundo exterior” como nunca antes tras varios años de reformas liberalizadoras.